El origen de nuestro vino tinto VeinteVeinte

Hacer vino no es complicado. Sólo es necesario contar con una buena uva procedente, a poder ser, de viñas con muchos años y con los conocimientos enológicos apropiados, fruto de una preparación académica y una experiencia adecuadas.

Una manera de hacerlo es haciéndolo. Nosotros empezamos con nuestros experimentos con pequeñas cantidades destinadas al consumo familiar. Arrancamos hace ya más de una década, aunque el cultivo de la vid llevaba presente en la familia incontables generaciones. Guiados por enólogos amigos aprendimos lo básico para pisar, fermentar, prensar y controlar los procesos. El pajar de la casa del tío Domingo en plena Ribera del Duero fue nuestro primer laboratorio. Las condiciones no eran las más deseables, pero nuestra ilusión y ganas de aprender vencieron toda adversidad. Hoy podríamos denominarlo “vino de garaje”, aunque fue concebido en una antigua casa donde antiguamente se despachaba carne, y cuyos suelos de la planta superior cuentan con inclinación suficiente para asustar al más templado. Eso sí, la bodega subterránea es digna de los vinos más selectos.

Hace pocos años decidimos dedicar toda nuestra limitada cosecha a la producción de nuestro propio vino en una bodega, para que pudiera llegar a tu copa. Para nosotros es muy emocionante pensar que el fruto de nuestras tierras y de nuestro trabajo reposa en barricas durante meses y puede llegar en una botella a cualquier lugar del mundo. Así lo soñamos y así esperamos que se cumpla. Te invitamos a descubrir la experiencia VeinteVeinte.